Cuidarse a uno mismo cuando se es cuidador de una persona con Alzheimer

by Romina Sarcletti

Cuidar a una persona con demencia es un acto de amor profundo, pero también un compromiso físico, mental y emocional muy exigente. A menudo, los cuidadores se entregan por completo al bienestar del otro, descuidando sus propias necesidades, y terminan sintiéndose exhaustos, abrumados y solos. Pero hay una verdad importante que recordar: no se puede dar de lo que está vacío. Cuidarse a uno mismo no es un acto egoísta, es una cuestión de supervivencia.

1.  Conoce tus límites

Es fácil caer en la trampa de “puedo hacerlo solo/a”. Pero la demencia es una condición compleja y progresiva, y habrá momentos en los que pedir ayuda será necesario. Reconocer tus límites es el primer paso para proteger tu salud mental.

Consejo: Lleva un diario diario sobre cómo te sientes. Esto te ayudará a detectar señales de estrés antes de que se vuelvan abrumadoras.

2.  Pide y acepta ayuda
No tienes que hacerlo solo/a. Familia, amigos o servicios de apoyo pueden aliviar la carga. Incluso un descanso breve puede marcar la diferencia.
Opciones útiles:

  • Grupos de apoyo para cuidadores
  • Servicios temporales de respiro
  • Consultas con psicólogos especializados

3.  Establece una rutina para tí
En medio del caos, la rutina es un ancla. Dedicar aunque sea 30 minutos al día a una actividad que te haga sentir bien puede ayudarte a encontrar tu centro.
Ideas sencillas:

  • Dar un paseo
  • Leer un libro
  • Meditar o practicar yoga
  • Escuchar música relajante

4.  Cuida tu salud física
El cuerpo es el primero en enviar señales cuando nos exigimos demasiado. No las ignores.
Consejos prácticos:

  • Lleva una dieta equilibrada
  • Duerme todo lo que puedas (pide ayuda con los turnos nocturnos si es necesario)
  • Haz algo de ejercicio, incluso si es ligero

5.  Enfrenta las emociones sin juzgarte
Frustración, culpa, tristeza, impotencia: son emociones comunes para un cuidador. Reprimirlas no las hará desaparecer, al contrario. Reconocerlas es el primer paso para gestionarlas.
Intenta:

  • Hablar con alguien de confianza
  • Escribir lo que sientes
  • Contactar con un terapeuta, incluso de forma online

6.  Infórmate, pero con moderación
Comprender mejor la demencia ayuda a sentirse menos impotente. Pero ten cuidado de no caer en la ansiedad de la “búsqueda continua”. Elige fuentes fiables y permítete descansos de la información.

7.  Mantente conectado/a

El aislamiento social es uno de los mayores riesgos para los cuidadores. Cultiva relaciones, aunque sea con pocas personas. Una llamada, un café o un mensaje pueden marcar la diferencia.

Conclusión
Ser cuidador/a es un camino complejo, lleno de momentos difíciles pero también de gran humanidad. Recuerda: cuidarse a uno mismo es parte integral de cuidar a los demás. Tú también mereces atención, cariño y apoyo.
Si te sientes abrumado/a, pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía.